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España resiste el gran apagón: así mantuvieron ENAIRE y Aena la operativa aérea pese al colapso eléctrico


Gestión en tiempo real y sistemas de contingencia: la clave para mantener el cielo abierto

 El corte masivo de suministro eléctrico que afectó a España, Portugal y algunas regiones del sur de Francia el pasado lunes 28 de abril, puso a prueba la resiliencia del sistema aeronáutico español. Aunque el apagón provocó interrupciones en infraestructuras críticas del país, el espacio aéreo español logró mantenerse operativo gracias a una respuesta inmediata y coordinada liderada por ENAIRE y Aena, dos actores fundamentales en la navegación y gestión aeroportuaria. Mientras gran parte del sistema eléctrico colapsaba a las 12:30 horas, los centros de control aéreo de Madrid, Barcelona y Sevilla activaban sus protocolos de emergencia, iniciando una maniobra que ha sido calificada por expertos del sector como “ejemplar en gestión de crisis aérea”.

La respuesta de ENAIRE: control en plena oscuridad

ENAIRE, el gestor nacional de navegación aérea, activó su Comité de Crisis de forma inmediata, poniendo en marcha su red de sistemas redundantes energéticos y de comunicación. A pesar del apagón, la movilidad aérea no se detuvo: los vuelos continuaron operando gracias a la alimentación por generadores de emergencia que, en algunos casos, tienen autonomía de hasta cuatro días.

Los enlaces entre radares, centros de control y emisores de voz —suministrados por empresas como Telefónica y Evolutio— sí se vieron afectados, comprometiendo temporalmente la provisión de comunicaciones críticas entre controladores y pilotos. Esto obligó a ENAIRE a aplicar regulaciones temporales del tráfico aéreo para limitar el flujo y garantizar, por encima de todo, la seguridad.

«La prioridad absoluta fue evitar incidentes, aunque eso supusiera demoras o cancelaciones puntuales», afirman fuentes internas de ENAIRE.

La coordinación con EUROCONTROL permitió distribuir el tráfico de forma más racional, evitando cuellos de botella en los espacios aéreos más afectados. La decisión de reducir la capacidad en sectores de ruta, aunque impopular, fue vital para mantener la operación sin accidentes.

Aena: aeropuertos resilientes y operativos

Por su parte, Aena activó comités de crisis en todos los aeropuertos de su red, garantizando que cada terminal estuviera preparada para afrontar la jornada más complicada del año. El resultado: el 93% de los vuelos comerciales pudieron operar con normalidad.

Los sistemas eléctricos de contingencia entraron en funcionamiento automático tras el apagón, permitiendo que los aeropuertos no se vieran forzados a cerrar ni siquiera durante la noche. También se adaptaron los horarios operativos a las necesidades de los vuelos reprogramados, lo que permitió absorber los desajustes generados.

Las principales dificultades se dieron fuera de las terminales, en los accesos terrestres, debido a los cortes en el transporte público. No obstante, no se registraron aglomeraciones significativas en las pernoctaciones y los servicios esenciales de atención al pasajero funcionaron correctamente.

Telecomunicaciones, el eslabón débil

Uno de los puntos más frágiles del sistema evidenciado durante esta crisis ha sido la dependencia de proveedores externos de telecomunicaciones para garantizar el flujo de datos y comunicaciones aeronáuticas. ENAIRE subraya que, aunque su red eléctrica está debidamente reforzada, el enlace con radares y emisores depende en gran parte de terceros.

Esto ha abierto un debate técnico sobre la necesidad de blindar aún más estos servicios críticos, ya sea con enlaces redundantes propios o mediante acuerdos más exigentes con los operadores.

Coordinación y aprendizaje: lecciones de una crisis

En un momento de tensión, tanto ENAIRE como Aena  mostraron que la inversión en infraestructura crítica, simulacros de contingencia y coordinación multinivel es esencial para mantener operativos los cielos y aeropuertos del país. La crisis energética del 28 de abril no solo fue un reto superado, sino también un aprendizaje valioso para un futuro cada vez más interconectado y exigente.

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