Pilotos, prensa y público: ¿quién tiene el derecho de opinar tras un accidente de aviación?


La investigación de accidentes e incidentes de aviación no es una carrera por likes.

Investigar no es opinar: por qué el silencio informado vale más que mil titulares

Cuando ocurre un accidente aéreo, los titulares no se hacen esperar. Las redes sociales se inundan de conjeturas, opiniones sin fundamento y, en muchos casos, teorías infundadas que más que informar, desinforman. Y ya no hablamos de los YouTubersTiktokers, etc., que utilizan sus plataformas para opinar y llegar a conjeturas. En ese momento, es cuando más debemos recordar que la investigación de un accidente no es tarea de opiniones, sino de hechos.

Según el Anexo 13 de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), documento que regula la investigación de accidentes e incidentes en aviación civil, solo los organismos oficiales designados por los Estados miembros están facultados para llevar a cabo estas investigaciones. Y no es casualidad: se trata de un proceso técnico, riguroso y metódico, que busca mejorar la seguridad, no asignar culpas.

Actualmente, 193 Estados forman parte de la OACI, lo que significa que el mundo entero ha acordado un mismo protocolo para determinar qué ocurrió en un suceso aéreo. Los informes preliminares que se publican tras un accidente dentro de los primeros 30 días, apenas son un primer vistazo, pero son bastante reveladores; a menudo, toman meses –o años– en completarse de forma definitiva.

La seguridad se construye con datos, no con conjeturas

Por más sorprendente que parezca, he tenido el disgusto de ver a personas —presentadas como pilotos o vistiendo uniforme— haciendo declaraciones plagadas de falacias e imprecisiones que francamente resultan alarmantes. No puedo evitar preguntarme: ¿qué tan riesgoso sería volar con alguien así? Si eso es lo que expresa públicamente, con tanta seguridad y tan poca precisión, me preocupa imaginar su nivel de preparación teórica y de vuelo.

No mencionaré nombres, porque no se trata de señalar a una persona en particular, sino de evidenciar un problema más amplio. Este tipo de intervenciones se han convertido en un festín para ciertos medios tradicionales, que lejos de verificar la información o buscar la verdad, solo están interesados en generar clics y visitas, sin importar la calidad ni el impacto de lo que difunden. Como Pilotos podemos decir mil cosas entre colegas y amigos; siempre está esa constante, pero hacerlo público, es peligroso y a mí en lo particular, ver a estos personajes, me dan nauseas.

Morbo o verdad: ¿qué están eligiendo los medios tras cada tragedia aérea?

Como periodistas, comunicadores o simplemente como profesionales del medio aeronáutico, tenemos la responsabilidad de informar con prudencia y rigor. Es válido reportar que ha ocurrido un accidente, pero no lo es lanzar hipótesis técnicas sin sustento, menos aún cuando esas suposiciones pueden afectar la memoria de las víctimas o el prestigio de los pilotos y operadores involucrados.

La aviación ha llegado a ser el medio de transporte más seguro no por casualidad, sino por el aprendizaje que se ha acumulado gracias a estas investigaciones. Pero ese aprendizaje solo es posible si se respeta el proceso. El amarillismo y la inmediatez no deben ser parte de nuestra narrativa.

Hay una máxima que siempre deberíamos recordar: el silencio informado es mejor que la opinión ignorante. No todos los que callan ocultan algo; a veces simplemente están esperando que los hechos hablen por sí mismos.

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