
Nouvelair casi colisiona con un easyJet en Niza: dos jets, un error y un milagro técnico


La noche del 21 de septiembre en el aeropuerto de Niza parecía transcurrir con normalidad hasta que, de pronto, algo que no debía suceder lo cambió todo. Un vuelo de Nouvelair desde Túnez se aproximó a la pista equivocada y, a tan solo unos metros de distancia, pasó por encima de un avión de easyJet que esperaba su despegue. Esa trayectoria casi letal solo terminó con un cambio abrupto de plan: el piloto debió abortar la aproximación y abortar la maniobra antes de causar una tragedia.
Para los pasajeros, la confianza que depositan a diario en los pilotos y controladores se transformó en un instante de terror: motores rugiendo demasiado cerca, vibraciones que se sienten en el pecho, y una certeza perturbadora de que, en el cielo, un error mínimo puede convertirse en desastre. Pero para el profesional de la aviación que observa los instrumentos, ese episodio habla de condiciones límite, de sistemas de seguridad y de cómo cada detalle técnico es un muro entre la rutina y el abismo.
Cuando la precisión se vuelve cuestión de vida o muerte
Los datos reconstruidos por Flightradar y medios como AeroTime muestran que el avión de Nouvelair pasó a apenas 50 pies (unos 15 metros) sobre el easyJet alineado en pista 04R. El error fue atribuido a que el Nouvelair intentó aterrizar en la pista equivocada —mientras la aerolínea y las autoridades francesas ya abrieron una investigación por este “incidente serio”.
Lo revelador no es solo la cercanía, sino que estas aeronaves siguieron adelante sin impacto, gracias a protocolos, sensibilidad operativa y la capacidad de maniobra inmediata. El piloto del Nouvelair aplicó potencia total para elevar el avión al instante, y el riesgo quedó contenido.
En los cielos, no hay margen para el error: todas las aeronaves modernas incorporan sistemas automáticos que alertan discrepancias entre sensores, que monitorean altitud, velocidad y trayectoria, y que pueden activar retrocesos instantáneos cuando algo no cuadra. Lo que falló esta vez pudo haber sido una combinación de visibilidad comprometida por tormenta, confusión por pistas paralelas y decisión de operación en los últimos segundos.
La fragilidad que persiste tras los cielos controlados
Que no haya heridos ni pérdidas materiales esta vez no reduce el peso del suceso. Para el piloto de easyJet, conmocionado, la tripulación y los pasajeros fue una noche en que la ilusión del vuelo tranquilo pareciera vulnerable.
Este incidente recuerda que bajo la calma aparente de las pistas, la aviación se sostiene por la redundancia y la disciplina extrema. Cuando el piloto decide abortar, cuando el controlador detecta un desvío, cuando el sistema de navegación intercepta una anomalía, es la suma de acciones precisas las que evitan el desastre.
Y sin embargo, también revela la vulnerabilidad. Una aeronave civil depende más del GPS convencional que un jet militar; una mala asignación de pista, un viento fuerte mal calibrado, una comunicación cruzada: cada uno de esos factores, por separado, puede no causar problema, pero combinados pueden desatar un accidente.

¿Qué puede hacer la industria para reforzar esa delgada frontera?
Casos como el de Niza obligan a pensar no en un milagro, sino en un plan de mejora continua. Pilotos, controladores, reguladores y fabricantes tienen que mirar cada incidente como advertencia. Los sistemas automáticos de monitoreo de proximidad pueden fortalecerse, los procedimientos de asignación de pista en aeropuertos con pistas paralelas deben
Pero también hay un componente humano: conciencia, comunicación y cultura de seguridad. Es decir, no basta con sensores y códigos; la tripulación debe estar preparada mentalmente para reaccionar en milésimas de segundo. Y los pasajeros, aunque no puedan ver los procedimientos, pueden reconocer que el cielo no es un espacio benigno: que cada vuelo es un entramado de seguridad que vale ser respetado.