fuertes turbulencia en vuelo:  y cómo el cambio climático hace que sea cada vez más común


Con un clima cada vez más cálido y corrientes en chorro más fuertes, vuelos comerciales enfrentan un nuevo riesgo que pone en la mira los procedimientos de seguridad.

 

Volar puede ser una experiencia plácida y rutinaria, hasta que de repente el avión se sacude. En una fracción de segundo, el ambiente de calma se convierte en un desafío para pasajeros y tripulación. Los episodios de turbulencia severa ya no son simples anécdotas en los cielos. En 2024, dos vuelos comerciales pusieron en evidencia cuán impredecible y peligroso puede ser este fenómeno atmosférico, incluso en rutas aparentemente seguras.

El primero fue un vuelo de Air Europa que cubría la ruta entre España y Uruguay. En pleno Atlántico, la aeronave fue sacudida violentamente por una turbulencia inesperada que dejó a más de 30 pasajeros y miembros de la tripulación heridos. Algunos fueron trasladados a hospitales tras el aterrizaje en Brasil. Las imágenes del interior de la cabina, con paneles desprendidos y equipaje disperso, recordaron a todos que la tranquilidad de un vuelo puede cambiar en segundos.

Pocas semanas antes, el mundo fue testigo del caso más grave de los últimos años: el vuelo 321 de Singapore Airlines que viajaba de Londres a Singapur, sufrió un evento de turbulencia extrema que resultó en la muerte de un pasajero y lesiones graves en más de 70 personas. Ocurrió sobre Myanmar, en una fracción de segundo. Sin previo aviso, el avión cayó varios cientos de pies, provocando que personas sin cinturón salieran despedidas contra el techo de la cabina.

Estos casos no solo son trágicos, sino también aleccionadores. Nos obligan a preguntarnos: ¿qué está provocando estas turbulencias cada vez más frecuentes? ¿Cómo afectan a la seguridad aérea? ¿Y qué pueden hacer los viajeros para protegerse, más allá de confiar en el piloto automático?

La turbulencia ya no es solo un vaivén incómodo: es una amenaza creciente en un mundo donde el clima ya no se comporta como solía hacerlo.

Turbulencias inesperadas: un problema que va más allá de la incomodidad

Estos incidentes han evidenciado que la turbulencia no es solo un sacudón pasajero: puede tener consecuencias reales. En el vuelo de Air Europa entre España y Uruguay, más de 30 personas resultaron heridas tras el episodio de turbulencia inesperada. Y en mayo de 2024, el vuelo SQ321 de Singapore Airlines, procedente de Londres con destino a Singapur, cruzó sobre Myanmar y encontró una turbulencia extrema que causó un fallecido y decenas de heridos.

Aunque los aviones están diseñados para soportar estas fuerzas, no es la aeronave la que está en peligro real, sino las personas dentro de ella: pasajeros sin cinturón, servicio en curso y objetos sueltos se convierten en riesgos. Según expertos, la mayoría de los golpes graves se deben a personas que no llevan el cinturón abrochado.

¿Qué causa estas sacudidas? La turbulencia clara como principal culpable

La turbulencia que no se detecta desde el exterior, sin nubes ni tormentas visibles, es conocida como clear‑air turbulence (CAT). Este fenómeno ocurre por variaciones abruptas de velocidad entre masas de aire, especialmente en las corrientes en chorro o jet streams, y es casi indetectable por radar convencional.

Lo que antes se consideraba ocasional, hoy se está volviendo más común. Un estudio del University of Reading señala que el calentamiento global ha intensificado la turbulencia sobre el Atlántico Norte en un 55 % y un 41 % en EE. UU. desde 1979, y que esa frecuencia seguirá creciendo con cada grado de temperatura adicional.

Vuelo SQ321: cómo un instante sacudió toda una cabina

El caso de Singapore Airlines Flight 321 representa lo peor de esta amenaza invisible. A unos 37.000 pies sobre el Irrawaddy Basin, el Boeing 777 enfrentó un golpe vertical que cambió súbitamente la altitud y aceleró el avión. En apenas segundos se pasaron de 0,44 G a 1,57 G, provocando que pasajeros y objetos volaran dentro del avión. El piloto desactivó el piloto automático, descendió a 31.000 pies y concluyó el vuelo con un aterrizaje de emergencia en Bangkok, con un resultado trágico: un fallecido y decenas heridos.

Este incidente —el primero en más de dos décadas en causar una muerte por turbulencia extrema— llevó a Singapore Airlines a suspender el servicio de bebidas calientes cuando el cinturón esté encendido y ofrecer compensaciones a los afectados.

Prevención, tecnología y responsabilidad compartida

Siempre atarse el cinturón: la defensa más eficaz

Expertos coinciden: llevar el cinturón de seguridad siempre abrochado cuando estás sentado es la medida más importante para evitar lesiones. La mayoría de los heridos durante estas turbulencias no lo llevaban puesto cuando ocurrió la sacudida. Tripulación y reguladores lo llaman “la primera y mejor línea de defensa”.

Elegir bien el asiento también ayuda

Sentarse sobre las alas o justo delante suele ofrecer un movimiento más suave. En cambio, en la parte trasera se sienten las sacudidas con más intensidad. Un asiento junto a la ventanilla puede proporcionar paz visual y proteger de objetos sueltos del compartimiento superior.

Información real, no alarmas innecesarias

Hoy en día existen apps como FlightAware que ofrecen pronósticos sobre turbulencia, pero muchos pilotos advierten que estas previsiones pueden ser malinterpretadas por pasajeros. El consejo: no obsesionarse con ellas y confiar en la información real que reciben las tripulaciones en tiempo real, incluyendo herramientas como la plataforma Turbulence Aware de IATA.

¿Cómo afrontan la industria y los fabricantes el nuevo panorama?

Con estudios que muestran una tendencia al alza en eventos de turbulencia severa, se exige que los nuevos aviones se diseñen pensando en un futuro más turbulento. Esto implica cabinas reforzadas, estructuras más resistentes y sistemas capaces de detectar y adaptar rutas ante zonas de inestabilidad.

Los pilotos, por su parte, reciben formación continua para saber cuándo reducir velocidad, cambiar altitud o informar a cabina con antelación suficiente. Aunque garantizar el viaje perfecto es imposible, la capacitación y la disciplina operativa se han vuelto cruciales.

La turbulencia ha dejado de ser una simple molestia: para la tripulación y los pasajeros, simboliza una amenaza creciente en un mundo en cambio climático. Los casos de Air Europa y Singapore Airlines nos recuerdan que cualquier sobresalto inesperado puede tener consecuencias graves. No obstante, la industria está reaccionando: aviones mejor preparados, algoritmos predictivos en tiempo real y una comunidad de aviadores cada vez más alerta.

Desde dentro de la cabina, la clave es simple: mantener el cinturón abrochadoprestar atención a las instrucciones de la tripulación y confían en su experiencia más que en pronósticos que puedan alimentar la ansiedad. Volar sigue siendo sumamente seguro, pero enseña lecciones que todos deberíamos llevar puestas a bordo.

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